Capítulo 1. La primavera árabe: esperemos lo excepcional

La primavera árabe había llegado a Egipto. A principios de 2011, después de una revolución exitosa en Túnez, los egipcios tomaron las calles para exigir reformas a un régimen gubernamental que llevaba en el poder casi 30 años. Si bien gran parte de los medios de comunicación se fijaron en los manifestantes que ocuparon la Plaza Tahrir en la capital egipcia de El Cairo, numerosas protestas comenzaron en la ciudad portuaria de Alejandría. En Alejandría, como en El Cairo, personas de todas las generaciones y niveles socioeconómicos se amotinaron para exigir libertad, justicia y equidad social. En un intento por restaurar la constitución, lo que se vio principalmente como un levantamiento pacífico provocó la muerte de al menos 846 personas y 6.000 heridos1 en todo Egipto. El 28 de enero a las 6 p. m., después de que se abrieran las cárceles, liberando a asesinos y violadores, toda la seguridad se retiró de la ciudad de Alejandría y pandillas itinerantes de saqueadores salieron a las calles para aprovechar el caos.

En Alejandría, la violencia y el saqueo devastaron edificios gubernamentales y, donde antes había oficinas, solo quedaron escombros quemados. Los manifestantes fueron de edificio en edificio derribando los símbolos del poder corrupto y la Biblioteca de Alejandría se colocó en el punto de mira de algunos de ellos y de algunos saqueadores.

El presidente Mubarak, el foco de la revuelta, había abierto la biblioteca moderna en 2002 con un coste de alrededor de US$220 millones. Según el sitio web de la biblioteca, Mubarak la construyó para «recuperar el espíritu de apertura y erudición de la original», la  famosa Biblioteca de Alejandría , una de las maravillas del mundo antiguo.

Cuando resultó evidente que la Biblioteca de Alejandría podía estar en peligro, los manifestantes se unieron y la rodearon. Su objetivo no era atacarla o asaltarla, sino protegerla. Durante las protestas y los saqueos, los manifestantes (mujeres, hombres y niños) se mantuvieron firmes y protegieron la biblioteca. Básicamente, la recuperaron para la gente. Una vez se calmó la revuelta, cuando el presidente Mubarak dimitió y los manifestantes celebraron la victoria en todo el país, no se rompió ni una ventana de la biblioteca ni se lanzó una piedra contra sus paredes. ¿Por qué, mientras se derribaba el régimen, los egipcios protegieron la biblioteca?

¿Por qué historias como esta, si bien no tan dramáticas, se repiten en Reino Unido y Estados Unidos? Cuando ciudades enfrentadas a una crisis financiera devastadora intentaron cerrar las sucursales de las bibliotecas, los ciudadanos se unieron y se organizaron. Los manifestantes interrumpieron las reuniones y juntas del ayuntamiento. Los ciudadanos organizaron piquetes y, en Filadelfia, el ayuntamiento llegó a demandar al alcalde por el cierre de las bibliotecas.

En Kenia, el gobierno está construyendo bibliotecas públicas por todo el país, tanto en zonas rurales como urbanas. En las comunidades demasiado remotas se han puesto carritos de libros: 5.000 libros en un carro de madera tirado por burros. En las zonas todavía más remotas del norte del país se atan los carros y las carpas a los camellos. Dentro de las aldeas, los carritos se abren y las carpas se levantan para que los padres y los niños tengan la oportunidad de aprender. En estas aldeas, los camellos proveen transporte, mano de obra, leche y carne, e incluso su estiércol se seca para alimentar las estufas. Ahora, además, este animal tan importante, también suministra otro servicio crucial: traer el conocimiento a la gente.

En Ferguson, Missouri, en medio de protestas y disturbios raciales, los maestros y los padres acudieron a las bibliotecas públicas para crear escuelas ad hoc para enseñar y alimentar a los niños de la ciudad. A raíz de los desastres naturales, los bibliotecarios de Calgary y la ciudad de Nueva York abrieron las bibliotecas para proporcionar a los residentes devastados de estas ciudades un lugar seguro donde recuperarse y poder comunicarse con sus seres queridos. Los bibliotecarios de Ferguson, Calgary, Nueva York, Baltimore, Irak, París y otros lugares optaron por apoyar a sus conciudadanos aun cuando sus propias casas habían sido destruidas y sus vidas trastocadas.

Encontramos bibliotecas en los mejores castillos de Europa y en medio de las protestas populistas de Occupy Wall Street de 2011 en Estados Unidos. Tanto las élites como los plebeyos abrazan las bibliotecas. Encontramos biblioteconomía en selvas y desiertos, en escuelas, empresas y en agencias gubernamentales.

Cuando intentamos averiguar porqué, descubrimos que hay un poder en las bibliotecas y los bibliotecarios que va más allá de la tradición, los edificios y los libros. No se protesta para evitar el cierre de bibliotecas ni se las protege, incluso durante revueltas y disturbios, para conservar las colecciones bibliográficas o a las columnas y la arquitectura. Para encontrar la respuesta a este enigma, hay que mirar más allá de los edificios y los libros y centrarse en los profesionales que, a lo largo de la historia, han servido a la más alta vocación de la humanidad: aprender.

Las bibliotecas y los bibliotecarios se encontraron en el epicentro del creciente imperio egipcio en el siglo III a. C. y de la expansión de las matemáticas en Arabia en el siglo XIV.(O’Connor y Robertson 1999). Las bibliotecas ayudaron a que Europa saliese de la Edad Media y entrase en el Renacimiento y ayudaron a que la democracia a prosperara en los Estados Unidos de América postcoloniales. Ahora, con el advenimiento de internet y la nueva era digital, los bibliotecarios están, una vez más, señalando el camino hacia una sociedad mejor, cimentada en el conocimiento y en el respeto a la diversidad de opiniones. Este libro trata sobre lo que las bibliotecas y los bibliotecarios pueden decirnos acerca de la creación de un futuro más brillante y sobre qué tipo de bibliotecas y bibliotecarios necesitaremos para que ese futuro se haga realidad.

Los bibliotecarios actuales utilizan las lecciones aprendidas durante casi 6.000 años de historia para forjar una nueva biblioteca que ya no se basa en libros y objetos sino en el conocimiento y la comunidad. Asimismo, aprovechan los avances tecnológicos para empoderar a nuestras comunidades y ayudarlas a mejorar. Los bibliotecarios de hoy son agentes radicales del cambio positivo en nuestras aulas, salas de juntas y cámaras legislativas. Ellos construyeron la red antes de que la llamáramos la Red. Ya hacían crowdsourcing de conocimiento y rastreaban montañas de información antes de que existieran Google o Facebook e incluso antes de que hubiera tuberías en las casas. La red no amenaza ni deja obsoletos a los nuevos bibliotecarios, pues ellos la empujan hacia adelante y están moldeando el mundo a vuestro alrededor, a menudo sin que os deis cuenta.

El campo de la biblioteconomía representa una inversión anual de casi US$26 mil millones en América del Norte y más de US$40 mil millones en todo el mundo. En una época en que las instituciones tradicionales están menguando, el uso de la biblioteca ha crecido de manera constante durante los últimos veinte años. ¿Sabíais que «una de cada seis personas en el mundo es un usuario registrado de la biblioteca» y «cinco veces más personas van a las bibliotecas públicas de EE. UU. que a partidos de fútbol americano profesional y universitario, de baloncesto, béisbol y hockey»?(« Libraries How they stack up » 2003) » Al entender a los bibliotecarios y las bibliotecas podemos comprender cómo generar credibilidad y confianza en comunidades abrumadas por el cambio y la multiplicidad de opciones. Podemos descubrir cómo crear un entorno en el que estar en desacuerdo y a la vez mantener un discurso civil. En última instancia, al comprender la biblioteconomía, incluso podemos entender algo tan importante como el papel del ciudadano en la sociedad.

Tal vez la pregunta más importante que podéis plantear y en la que se centra este libro sea: ¿por qué tanta gente ve la biblioteconomía como anticuada, conservadora y más bien poco atractiva? ¿Por qué, pese a que a la gente le encanta la idea de las bibliotecas y los bibliotecarios, la limitan rápidamente a los libros o a los niños o simplemente piensan en ello como remanente histórico? La respuesta no es que estas personas están equivocadas, sino que deben ampliar expectativas. Hay demasiadas bibliotecas centradas en los libros. Hay demasiados bibliotecarios que reviven la historia y están atrapados en una especie de conservadurismo profesional que da prioridad a lo que hacen sobre la razón por la que lo hacen. Hay demasiados bibliotecarios que consideran que su trabajo tiene que ver con sus colecciones, no con su comunidad. Hay demasiadas bibliotecas que buscan sobrevivir en lugar de innovar y promover el amor por la lectura y el empoderamiento de las comunidades a las que sirven. No digo que estos bibliotecarios sean la mayoría, pero son demasiados y sus comunidades, vosotros, habéis depositado pocas expectativas en ellos.

Este libro no está escrito para esos bibliotecarios sino para las personas que apoyan o supervisan las bibliotecas, incluidos los rectores de las universidades, los estudiantes, los padres, los miembros de las juntas directivas, los voluntarios y, en definitiva, casi todos los que han ido a la escuela o pagan impuestos municipales. Necesitáis saber de qué son capaces las bibliotecas y debéis ampliar vuestras expectativas.

A lo largo de este libro, encontraréis ejemplos de bibliotecas y bibliotecarios increíbles. Hoy en día, muchos en el gremio los calificarían de excepcionales, al igual que, probablemente, vosotros diríais que los bibliotecarios de Egipto y Kenia son excepcionales. Y este es el origen del problema: estas bibliotecas han afrontado circunstancias excepcionales, pero su vocación de servicio y su conexión con sus comunidades no deben considerarse excepciones a la norma, sino que deben ser la norma a la que aspiran todas las bibliotecas.

En este libro leeréis sobre una biblioteca pública que ha creado un Fab Lab, un espacio donde la comunidad puede trabajar con impresoras 3D y crear nuevos inventos. Leeréis sobre una biblioteca escolar donde el bibliotecario está demasiado ocupado ayudando a los maestros a mejorar su rendimiento al colocar los libros en las estanterías. Leeréis sobre los bibliotecarios que crean nuevas empresas en las zonas rurales de Illinois y que transforman vidas en Dallas. Estas son bibliotecas y bibliotecarios brillantes, pero si los veis como excepcionales, como algo fuera de lo normal, es porque esperáis muy poco de vuestras bibliotecas.

Aquí está la clave para una biblioteca exitosa: vosotros. En una ciudad o en una empresa de la lista Fortune 500, la biblioteca debe configurarse en torno a vosotros y a los objetivos de vuestra comunidad. Si vuestra comunidad aspira a la excelencia, vuestra biblioteca debería ser excelente. Si a vosotros os preocupa el futuro, la economía o el estado del debate democrático en vuestro país, vuestra biblioteca también debería preocuparse por esos temas. Si dais a conocer estas expectativas, si os armáis con lo que es posible y no con lo que ya hay, entonces la biblioteca y los bibliotecarios podrán cumplir con esas expectativas y objetivos. Por supuesto, esta es una calle de doble sentido, pues las grandes bibliotecas también esperan mucho de sus comunidades. Sí, las grandes bibliotecas necesitan apoyo económico, pero incluso más que eso precisan de una comunicación abierta sobre vuestras necesidades, vuestros desafíos y vuestros sueños.

Este libro no será una carta de amor a las bibliotecas. No se trata de que os convirtáis en bibliotecarios, sino de iniciar un diálogo honesto y realista sobre el lugar de las bibliotecas y los bibliotecarios en sus comunidades. Uníos a mí y exploremos el potencial verdadero de las bibliotecas y los bibliotecarios.

Referencias

Alexandrina, Bibliotheca. 2018. «Descripción general de la Bibliotheca Alexandrina (inglés)». https://www.bibalex.org/en/page/overview.

«Libraries How they stack up». 2003. OCLC Online Computer Library Center, Inc. https://www.oclc.org/content/dam/oclc/reports/librariesstackup.pdf.

O’Connor, J. J., et E. F. Robertson. 1999. « Arabic mathematics : forgotten brilliance? » http://www-history.mcs.st-and.ac.uk/HistTopics/Arabic_mathematics.html.

«Revolución egipcia de 2011». 2018. Wikipedia. http://en.wikipedia.org/wiki/2011_Egyptian_revolution..

«Estadísticas mundiales sobre bibliotecas». 2018. https://www.oclc.org/fr/global-library-statistics.html.


  1. («Révolution égyptienne de 2011» 2018). Sí, un bibliotecario y profesor universitario acaba de citar a la Wikipedia. Lo hago bastante a lo largo de todo el libro. No hay nada inherentemente incorrecto o no fiable en la Wikipedia. De hecho, es más transparente en cuanto a su forma de cración que la mayoría de las enciclopedias publicadas. La cito por que resulta fácilmente accesible para el lector, es una buena forma de pasar de un punto a otro mediante referencias a otros trabajos y he verificado la información en otras fuentes como todos deberíamos hacer.