Capítulo 7. Bibliotecarios: espera la excelencia

Aunque no lo hayas notado, a lo largo de todo este libro he estado inmerso en una mentira semántica. He hablado sobre lo que las bibliotecas hacen o no hacen, sobre lo que deberían o no deberían hacer. La verdad es que las bibliotecas no pueden hacer gran cosa -son edificios o habitaciones. Lo mejor que se puede decir es que las bibliotecas te protegen de la lluvia y ejercen gravedad. Incluso el amplio concepto de biblioteca como una organización abstracta es una arrogancia. El trabajo e impacto de las bibliotecas es el resultado de la gente que trabaja en ellas. Estas personas incluyen tanto a semiprofesionales, voluntarios y miembros de la junta directiva como a conserjes y guardias de seguridad. No obstante, este trabajo e impacto son consecuencia directa de los bibliotecarios.

Existen básicamente tres maneras de convertirse en bibliotecario: se te contrata como tal, se te forma como tal, o te haces bibliotecario por vocación. La primera es la forma más fácil y, a menudo, menos efectiva. La segunda es la norma a menudo exigida por la ley y, probablemente, la forma más efectiva. La última es rara pero puede ser increíblemente poderosa. Tratemos esto y hablemos sobre los posibles aspectos positivos y negativos de cada una de estas formas, además de un poco, también, sobre lo que podemos esperar de ellas

Bibliotecario por contrato

En el área rural de Vermont, muy pocas personas consiguen un título de postgrado para ser bibliotecario. La cantidad de dinero que pagarían por la matrícula nunca sería igualada por los ingresos que obtendrían, incluso como director de una biblioteca. En muchas comunidades rurales del sudoeste, un buen número de directores de bibliotecas trabajan a tiempo parcial. Hay muchas personas que trabajan como bibliotecarios que no tienen capacitación formal en el campo de la biblioteconomía.

Esto no está restringido sólo a las bibliotecas públicas rurales. Los bibliotecarios del Congreso han incluido historiadores, académicos, autores e incluso un periodista. De hecho, durante siglos, los jefes de las bibliotecas de facultades y universidades fueron profesores y especialistas en humanidades.

Existen algunas ventajas al contratar bibliotecarios no profesionales. Aportan nuevas perspectivas. Tienden a ser más baratos en términos de salarios. Pueden tener más vínculos con la comunidad que alguien contratado desde afuera de ésta.

Sin embargo hay algunas desventajas importantes en la contratación de profesionales no bibliotecarios. A menudo carecen de habilidades específicas en la mediación del conocimiento. Estas habilidades pueden ser tan básicas como organizar recursos bibliotecarios o tan complejas como estudiar y organizar con visión amplia el rol de las bibliotecas en la comunidad y en la gran infraestructura del conocimiento. Muchos bibliotecarios contratados vienen con una visión de la biblioteconomía centrada en el propio edificio y en el libro.

La clave para tener éxito como bibliotecario contratado es la dedicación e invertir continuamente en aprendizaje y capacitación. Estados como Illinois1 y Maine2 tienen Bibliotecas Estatales activas que realizan, como parte de su misión, la formación de bibliotecarios. Estas Bibliotecas Estatales ofrecen talleres, capacitación en línea e incluso visitas in situ para ayudar a formar a todos los bibliotecarios y que hagan bien su trabajo. Debes esperar que el personal de tu biblioteca, independientemente de sus antecedentes, participe en el desarrollo de nuevas habilidades y en procesos de capacitación continua. Esto significa que también debes esperar apoyar los gastos de viaje y el tiempo de ausencia destinados a la capacitación.

Bibliotecario mediante estudios formales

El estándar para preparar bibliotecarios es un máster en bibliotecas y ciencias de la información. En los Estados Unidos y Canadá, estos programas están acreditados por la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos (American Library Association), y en el momento de redactar este informe hay unos 60 programas de este tipo en América del Norte. (Revelación completa: trabajo en uno de ellos). Probablemente, la pregunta que más a menudo reciben los estudiantes que asisten a un programa de postgrado en biblioteconomía es: «¿Necesitas un título de máster para dedicarte a eso?»

Espero que esta vez no seas tú quien se plantee esta pregunta después de leer hasta este punto pero entiendo por qué la gente la hace. Después de todo gran parte del trabajo de un bibliotecario es facilitar ciertas cosas a las personas y, por lo tanto, tienden a ocultar a las comunidades el funcionamiento interno de la biblioteca. Profundizaremos mucho más en lo que deberíamos esperar de los bibliotecarios más adelante en este capítulo. Mientras tanto, permíteme hablar sobre las habilidades que los bibliotecarios obtienen de una educación de postgrado.

Según la American Library Association, los bibliotecarios titulados deben ser expertos en un plan de estudios que:

Se ocupa de la información y el conocimiento registrables, y de los servicios y tecnologías para facilitar su gestión y uso. El plan de estudios de biblioteconomía e información abarca la creación de información y conocimiento, la comunicación, identificación, selección, adquisición, organización y descripción, el almacenamiento y la recuperación, la conservación, el análisis, la interpretación, la evaluación, la síntesis, la difusión y la gestión.(« Standards for accreditation of master’s programs in library & information studies » 2008). »

Con sus estudios, los bibliotecarios adquieren una amplia gama de habilidades útiles en bibliotecas y, como consecuencia, éstos cada vez son más útiles en otros entornos como, por ejemplo, Google u otras compañías que están dentro del ranking Fortune 500 (500 mayores empresas por volumen de ventas). Los bibliotecarios titulados trabajan en bibliotecas, ciertamente, pero también trabajan como arquitectos de la información, oficiales de inteligencia competitivos, incluso como vicepresidente ejecutivo y jefe de servicios hipotecarios en JPMorgan Chase. Hay cientos de bibliotecarios empleados como editores y proveedores de bases de datos cuyos productos se utilizan en todo el mundo académico.

Los bibliotecarios utilizan su formación y habilidades para identificar las necesidades de una comunidad y construir sistemas de acceso a los recursos que coincidan con las consultas (y las aspiraciones) de esa comunidad. Esto puede significar desde crear sistemas para determinar la forma en que se archivan los elementos de una búsqueda hasta especificar cómo se vinculan las páginas en la internet. De lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que cuando Tim Berners-Lee inventó la World Wide Web, estaba tratando de resolver un problema de biblioteconomía: cómo encontrar documentos de física citados en un entorno digital. Los bibliotecarios son, en última instancia, constructores de herramientas.

¿Tiene importancia la titulación? Recuerde la discusión de los bibliotecarios escolares y los resultados de los tests en el Capítulo 4. Estudio tras estudio se muestra que la presencia de un bibliotecario titulado en una escuela tiene un impacto directo y positivo en los test de aprendizaje y retención. Es decir, tras supervisar factores como el espacio destinado a biblioteca, la colección, los datos demográficos, etc. era el bibliotecario con estudios y titulación y no la biblioteca la que mejoraba las escuelas.

Los bibliotecarios titulados están listos para trabajar, tienen un conocimiento más profundo del campo de estudio, y poseen habilidades inmediatamente útiles. Son expertos no sólo en el funcionamiento de una biblioteca en particular, sino que tienen habilidades aplicables en ámbitos más amplios y una visión más extensa del mundo que les permite ayudar a las comunidades en tiempos difíciles.

Sin embargo las escuelas de biblioteconomía también pueden formar a estos graduados con una mentalidad de libros-y-edificio que puede limitar sus perspectivas. Una de las mayores preocupaciones que surgen con los bibliotecarios titulados es lo que yo llamo el Laberinto de Dédalo. Dédalo, como recordarán, fue un increíble ingeniero de la mitología griega que construyó un laberinto tan complejo del que ni él podía escapar. Los bibliotecarios también han diseñado algunas herramientas increíbles a lo largo de sus 3.000 años de historia. Han utilizado herramientas como la clasificación para construir colecciones masivas de materiales con millones de artículos. Algunas bibliotecas han usado estas herramientas para mantener las bibliotecas durante siglos. La Biblioteca Bodleian de Oxford abrió sus puertas por primera vez en 1602, por ejemplo.(« Bodleian Library: History of the Bodleian » 2018). Sin embargo, estos esquemas y sistemas también se han utilizado para crear un laberinto de especialidades y divisiones dentro de la profesión. El problema radica en el hecho de que estas herramientas se basan en un enfoque específico de la ciencia denominado pensamiento reduccionista.

El reduccionismo se evidencia cuando coges algo grande y complejo y lo divides en partes cada vez más pequeñas hasta que entiendes estas partes. Posteriormente puedes unir el funcionamiento de todas las piezas pequeñas y entender el conjunto. Esta es la razón por la que existe el Gran Colisionador de Hadrones: toma un átomo y sigue destruyéndolo hasta que encuentres su parte más pequeña. Del mismo modo, las bibliotecas pueden coger el mundo y dividirlo en temas cada vez más pequeños, lo que permite a alguien cierta precisión en la búsqueda de las partes.

Por ejemplo, en 1863 Roger Bacon pensó que el mundo de las ideas podía dividirse en tres partes: memoria (cosas sobre la historia), razón (cosas sobre la filosofía) e imaginación (cosas sobre las artes). Fue un sistema adoptado posteriormente por Thomas Jefferson, quien lo usó para organizar su impresionante colección de libros, una colección que vendió al Congreso de los Estados Unidos y que sirvió para reemplazar la Biblioteca del Congreso después de que los británicos la quemaran. En 1732, Samuel Johnson pensó que sólo necesitaba dos clases de división del conocimiento: la filología, el estudio de las palabras y otros signos; y la filosofía, el estudio de las cosas que estas palabras y signos significan.

Sin embargo, de todas las personas que pensaron que podían clasificar el mundo, la que probablemente asociamos más con las bibliotecas es la del Melvil Dewey. Dewey era bibliotecario y también un defensor apasionado tanto de la reforma ortográfica (habría escrito su nombre como Dui) como —atentos al dato— del sistema métrico. Todo esto se unió en, como él diría, una revelación en la iglesia que más tarde se convertiría en el Sistema Decimal de Dewey (decimal, métrico ... ¿entiendes?).

Melvil pensó que todos los libros y materiales del mundo podían dividirse en diez categorías:

  • 000 : Informática, información y trabajos generales
  • 100 : Filosofía y psicología
  • 200 : Religiones
  • 300 : Ciencias sociales
  • 400 : Idiomas
  • 500 : Ciencias (incluyendo las matemáticas)
  • 600 : Tecnología y ciencias aplicadas)
  • 700 : Artes y ocio
  • 800 : Literatura
  • 900 : Historia y Geografía

Cada uno de estos números podía dividirse en temas más específicos. Es decir, mientras que los libros de historia están todos en el 900, los libros sobre historia de África estarían en el 960, y la historia de Egipto y Sudán estaría en el 962. Luego comienzas a agregar números después del punto decimal para llegar a un tema aún más específico.

La belleza del sistema de Dewey estriba en que se pueden mantener los números pero que para adaptarse a otros idiomas (y a cambios en las fronteras nacionales) se pueden cambiar las palabras. Esta capacidad para capturar una amplia variedad de temas e idiomas, además de ser una excelente carta de presentación para vender su idea, ayudó a Dewey para que su sistema despegara internacionalmente. ¿Cómo ha impactado el reduccionismo en los bibliotecarios? De la misma manera que ha impactado en tu médico.

Si te rompes una pierna, visitarás a un ortopedista, a menos que se trate de un hueso del pie, en cuyo caso irás a un podólogo. Si tu corazón necesita ayuda, ve a un cardiólogo, a menos que necesite ser reparado, en cuyo caso vas a necesitar una cirugía torácica. ¿Entiendes a dónde voy? No sólo tenemos bibliotecarios, tenemos bibliotecarios públicos y bibliotecarios académicos. Tenemos bibliotecarios académicos de referencia y bibliotecarios de catalogación académica. Echa un vistazo a la American Library Association. Tiene once divisiones principales (una para bibliotecas académicas, una para las públicas, una para las catalogadoras, una para bibliotecarios que trabajan con jóvenes, etc.). Tiene también dieciocho oficinas para hacer el trabajo de la organización (una para la diversidad, otra para las relaciones internacionales, etc.). Pero espera, hay más. Hay veinte mesas redondas... que son algo así como divisiones, pero no tan grandes (libertad intelectual, historia de la biblioteca, juegos y juegos, etc.). Luego están los comités, grupos de trabajo y grupos de trabajo especiales. El organigrama es tan complejo que para orientarte en la conferencia anual necesitas un programa basado en la web para encontrar los eventos relacionados con tus intereses.

Pero, ¿por qué es esto un problema? Porque, tal y como están aprendiendo los profesionales de la medicina, tu corazón no funciona sólo. Tu corazón es parte de un sistema complejo. Puede verse afectado por el funcionamiento de tus pulmones, o por una enfermedad, o incluso por la frecuencia con la que usas el hilo dental. Este es el problema con el reduccionismo en general; la vida es más compleja de lo que pueden abarcar los sistemas universales, y más compleja de lo que el sistema decimal de Dewey puede abarcar. Por que, si bien un libro sobre la curación a través de la fe o los remedios homeopáticos se puede clasificar como religión en algunas comunidades, bien puede considerarse medicina para otras.

Esta es la razón por la cual los bibliotecarios, contratados o graduados, deben ser más flexibles y holísticos. Sí, necesitan mantener sus valores y su misión en su lugar de trabajo, pero las herramientas y las formas organizativas deben ser fluidas. En ciencia, tanto física como social, vemos que si se toma un sistema complejo y se descompone en sus partes constituyentes y luego se vuelven a juntar, el todo es mayor que la suma de las partes. Una comunidad no es simplemente un montón de gente con sus necesidades individuales. Una comunidad es un conjunto de necesidades, sueños y habilidades que, cuando se mezclan, conducen a nuevas fortalezas, debilidades y dinámicas.

Con demasiada frecuencia, los bibliotecarios titulados (y la facultad que les enseña) se atascan en el paradigma reduccionista. Con demasiada frecuencia, los bibliotecarios titulados utilizan este enfoque reduccionista para descartar o ignorar la innovación y las buenas ideas que provienen de fuera de su especialización. Deberíamos esperar más.

Bibliotecario por vocación

La tercera clase de bibliotecarios está formada por personas que no tiene el título de biblioteconomía, que es posible que la palabra «bibliotecario » no exista en sus contratos de trabajo, pero que claramente tienen la misma misión, conjunto de habilidades y perspectiva de servicio que la profesión reglada. Es decir, gente como David Rumsey.

Rumsey hizo una fortuna en bienes raíces y usó ese dinero para crear una increíble colección de mapas. Construyó una habitación llena de mapas. Ahora bien, esto de por sí no hace que Rumsey sea un bibliotecario por vocación. Mucha gente que ha tenido éxito económico ha invertido una parte de su dinero en crear colecciones pero lo que hace la iniciativa de Rumsey notable es que también usó sus recursos personales para digitalizar sus mapas y ponerlos en línea. Posteriormente habilitó una plataforma para permitir que cualquiera pudiera ver los mapas, compararlos y analizar sus propios mapas. En esencia, Rumsey facilitó el aprendizaje a los amantes de los mapas, a los estudiantes universitarios, a los estudiantes de K-12 y a los geógrafos. Esta afición, no solo a recopilar material, sino también a utilizar su colección (y el software para difundirlo y el asesoramiento de expertos) como herramienta para facilitar la creación de conocimiento convierte a Rumsey en bibliotecario. Y esto fue lo que le dio el reconocimiento por parte del Instituto de Servicios de Bibliotecas y Museos (IMLS), la agencia federal responsable de la financiación de bibliotecas y museos.

Estos «bibliotecarios ciudadanos» se encuentran en cualquier parte de tu comunidad. En Siracusa y Wisconsin y en todo el país, individuos y grupos comunitarios no afiliados a ninguna biblioteca están construyendo Little Free Libraries: pequeñas bibliotecas libres. Los contenedores están diseñados localmente e instalados en las esquinas de las calles y en los patios particulares. Se anima a la comunidad a tomar y dejar libros. Sin embargo no, son los libros los que convierten estos contenedores en bibliotecas sino la dedicación de la comunidad al bien común y al aprendizaje.

Así pues, ya sabemos que estas son las formas en que uno se convierte en bibliotecario. Pero, ¿qué hacen exactamente los bibliotecarios? ¿Qué se debe esperar de un bibliotecario?

Salzburgo y algunas de mis ideas favoritas

Para contestar a la pregunta sobre qué se puede esperar de un bibliotecario necesito llevarte a Salzburgo, Austria. Sobre la montaña de la pintoresca ciudad existe un schloss (un castillo). Es un castillo que probablemente conozcas porque fue la inspiración y parte de la localización de la mansión familiar de von Trapp en la película Sonrisas y lágrimas. El edificio se llama Schloss Leopoldskron y ahora es la sede del Seminario Mundial de Salzburgo. El seminario fue iniciado por tres estudiantes de Harvard justo después de la Segunda Guerra Mundial y estaba destinado a ser una especie de campo de entrenamiento para los líderes emergentes de una nueva Europa. Hoy, el Seminario se ha ampliado, tiene un alcance global, y reúne a líderes de todo el mundo sobre temas tan variados como la gobernanza global, la cultura, la educación y las finanzas.

El 19 de octubre de 2011, un grupo de bibliotecarios y museólogos innovadores de más de 31 países se reunieron en Salzburgo para hablar sobre «Bibliotecas y museos en una era de cultura participativa». (Mack 2011) ». Tuve la suerte de ser invitado. A través de paneles plenarios y grupos de trabajo intensivos, los becarios del seminario desarrollaron una serie de recomendaciones y estrategias para bibliotecas y museos en la era de Facebook.

Uno de esos grupos se encargó de desarrollar recomendaciones sobre las habilidades que necesitan los bibliotecarios y los profesionales de los museos en el mundo conectado y participativo de hoy. En lugar de centrarse únicamente en nuevas habilidades o habilidades separadas para bibliotecarios y profesionales de museos, el grupo desarrolló un marco para un currículo completo y conjunto de bibliotecas / museos. En esencia el grupo se centró en lo que los bibliotecarios y los profesionales de los museos deben saber teniéndose en cuenta que la cultura participativa tiene ramificaciones por igual en nuevas habilidades y funciones tradicionales.

Gran parte de este plan de estudios no debería sorprenderte, incluso antes de leer este libro…

Los bibliotecarios (mi objeto de estudio en este caso) necesitan conocer la tecnología. Específicamente debes esperar de tus bibliotecarios que sepan:

– Involucrar y evolucionar con la tecnología.
– Impartir formación tecnológica a la comunidad durante generaciones.
– Crear y mantener una presencia virtual efectiva.
– Utilizar la tecnología para colaborar de manera abierta y llegar a la comunidad de manera colaborativa (en otras palabras, no ofrecer una propuesta similar a un sitio web estático, sino una que la comunidad pueda usar y ayudar a construir).

Los bibliotecarios deben ser expertos en la gestión de activos. Esto incluye todas las habilidades tradicionales de las que hemos hablado como la catalogación, la conservación de memorias y materiales para las futuras generaciones y, cuando sea necesario, la creación de colecciones. Sin embargo, esta gestión de activos no se limita a libros y estantes (o incluso momias, en el caso de algún museo). Esta actitud también incluye salvaguardar los activos que nacen de los hábitos.

He mencionado ideas relacionadas con los prejuicios que existen sobre la biblioteca pero ahora ya sabemos que las bibliotecas prestan algo más que libros y DVDs. Hay bibliotecas públicas cerca de ríos que prestan cañas de pescar y bibliotecas que prestan títeres. En el Fab Lab en Fayetteville están prestando cámaras y materiales para la creación de libros. En Brooklyn tienen una imprenta que funciona a demanda y que imprime libros encuadernados y escritos por la comunidad. En África prestan máscaras ceremoniales; en el Onondaga Community College, puedes encontrar modelos de partes del cuerpo y gatos viviseccionados para las clases de anatomía. Mi intención aquí es mostrar que cabe esperar de los bibliotecarios que construyan colecciones vivas que la comunidad necesita y que garanticen la disponibilidad de estos recursos para toda la comunidad.

El siguiente conjunto de habilidades especificadas en el Currículo de Salzburgo gira en torno a la cultura. Deberías esperar que los bibliotecarios sean buenos comunicadores, ya no es válido el estereotipo de bibliotecario tímido. Los bibliotecarios deben ser capaces de llegar activamente a todos los sectores de una comunidad, comprender las costumbres sociales de las diferentes partes de ésta y llegar a las diferentes clases y estratos.

Ahora bien, sería fácil leer todo esto y pensar que nos referimos sólo a las bibliotecas públicas. No obstante, como miembro de la universidad, te puedo decir que hay muchas divisiones culturales dentro de la educación superior. Si hablamos con la facultad, después con los estudiantes, y más tarde con la administración parece que utilicen tres idiomas diferentes. Del mismo modo, los bibliotecarios escolares deben entender no sólo las diferencias entre profesores y estudiantes, sino también entre profesores de matemáticas, profesores de música y profesores de inglés.

Durante demasiado tiempo muchos bibliotecarios se han refugiado en sus bibliotecas y han tratado de crear su propia cultura para que la comunidad se adapte. Ésto puede estar definido por términos como «crear un refugio para los lectores» o «mejorar la atmósfera para los estudiantes», pero no te equivoques, estos bibliotecarios están creando límites, no los están superando.

Permíteme ser claro: el trabajo del bibliotecario es especializado y difícil. La navegación a través de la infraestructura en conflicto y en expansión del conocimiento para buscar el artículo, el experto o los recursos correctos requiere una preparación y una dedicación que solo se encuentra entre los profesionales de la información de alto nivel. Y como esas otras profesiones, la biblioteconomía ha desarrollado un lenguaje especializado. Por cada bit de tecnología que sale de Silicon Valley un bibliotecario puede encontrar un bit correspondiente en terminología bibliotecaria aparentemente incoherente. Por cada tableta Retina Display LTE hay un registro MARC que hace referencia a un archivo de autoridad para crear un registro de fondos.

Una de las habilidades más valiosas en una economía del conocimiento es poder desbloquear jardines vallados (en referencia a información a la que es difícil acceder) y así poder acceder a una gran cantidad de fuentes para luego ofrecer la información en un todo integral y comprensible. Dicho esto, parte de este trabajo es conseguir que el resultado sea fácil de entender y usar, no que los miembros de la comunidad se conviertan en pequeños bibliotecarios. Debe esperar que su bibliotecario hable su idioma, y el bibliotecario debe esperar que usted respete que el suyo es un trabajo valioso.

El plan de estudios de Salzburgo especifica un conjunto de habilidades en torno al conocimiento y el aprendizaje. Se debe esperar que el bibliotecario sea un capacitador eficaz y comprenda cómo buscar información, cómo sintetizar nuevos conocimientos y, finalmente, cómo puede ayudar a difundir esos nuevos conocimientos entre la comunidad.

Deberías esperar que tu bibliotecario sea un profesional capaz de administrar una biblioteca. Esto incluye comprender la financiación, hacer que los proyectos y servicios sean sostenibles y hacer todo esto de una manera ética. Un bibliotecario, como profesional, debe poder evaluar el impacto de los servicios bibliotecarios y comunicar ese impacto a la comunidad. Se trata por tanto de asumir que una biblioteca es un bien universal que pueda responder a la siguiente pregunta: ¿cómo ayudó la biblioteca a satisfacer —específicamente— las necesidades y las aspiraciones de la comunidad?

Estas competencias no son desviaciones radicales con respecto a la que ha sido la formación de los bibliotecarios durante décadas, al menos aparentemente. Pero hay un conjunto de habilidades introducido en el plan de estudios de Salzburgo que es nuevo: los bibliotecarios deben ser expertos en compromiso social transformativo.

Una comunidad debería ser un lugar mejor por contar con una biblioteca. Mejorar significa cambiar—de cómo algo se convierte en algo mejor. La biblioteca y los bibliotecarios deben agregar valor a la comunidad. Si agregas a algo valor, consigues cambiarlo. En resumen, un bibliotecario debe saber guiar a la comunidad a través de un proceso de cambio continuo. No dudes en volver a visitar toda la discusión sobre bibliotecarios abusones del capítulo «Mejorar la sociedad». Sabemos que este cambio no es solo una cuestión de que el bibliotecario promulgue una visión de cambio. También es cuestión del bibliotecario que trabaja junto a la comunidad para facilitar el cambio.

¿Cómo participan activamente y, en algunos casos, de manera proactiva, los bibliotecarios en el cambio? Para ello deben ser capaces de identificar las necesidades de la comunidad. Deben poder ayudar a la comunidad a organizarse en torno a esas necesidades, incluida la comprensión de esas necesidades a la luz de agendas comunitarias más amplias (como el desarrollo económico, por ejemplo). Deben ser capaces de facilitar el activismo por parte de la comunidad. Los bibliotecarios deben tener práctica en el arte de la negociación y la gestión de conflictos. Deben ayudar a la comunidad a comprender cómo estas iniciativas pueden sostenerse en el tiempo.

Durante demasiado tiempo los bibliotecarios han considerado que el servicio significaba estar plantado detrás del mostrador listo para servir. Debes esperar que comprendan que nadie cambió el mundo plantado detrás de un mostrador.

Los facilitadores

Por eso, los bibliotecarios tienen habilidades en torno a la tecnología, la gestión de activos, las cuestiones culturales y el compromiso social transformador. Utilizan estas habilidades para lograr su misión: mejorar la sociedad y facilitar la creación de conocimiento en sus comunidades. Sin embargo hay algo gracioso acerca de esta declaración de intenciones de la misión. La desarrollé como parte de un libro escrito para bibliotecarios llamado Atlas del nuevo trabajo bibliotecario. Pero he conocido editores que me han dicho «esa es mi misión». Y he conocido periodistas que me han dicho «esa es mi misión». También lo he escuchado decir a educadores e incluso a funcionarios públicos. Y aquí está la cuestión divertida: todos tienen razón.

Las profesiones de la información luchan más y más cada día con una sociedad que crece en su interconexión y donde la información está fácilmente disponible. Es por esto que cada vez más profesiones llegan a comprender la importancia de las interacciones sociales y las complejidades de la comunidad. Debido a esto muchas profesiones han llegado a lugares de proximidad desconcertante con otras profesiones.

Algunos bibliotecarios ven esta proximidad recién descubierta como una amenaza. Estos bibliotecarios se retiran donde lo han hecho históricamente y buscan una especie de frontera segura. Y es que existe un problema real con la definición de su profesión por funciones y herramientas en lugar de hacerlo por el impacto y la misión. Una vez que comienzas a definirte por lo que haces, las nuevas formas de hacer las cosas se convierten en amenazas. O peor aún, cualquiera que haga cosas similares a las tuyas se convierte en competencia. Google es una amenaza porque no utiliza la catalogación descriptiva para indexar el mundo. Así que algunos bibliotecarios procuran descartarlo. Amazon es competencia porque proporciona libros. Peor aún, incluso deja que la gente tome prestados libros en Kindles.

¿Y cuál es la respuesta a estas supuestas amenazas? ¿Crearon los bibliotecarios un nuevo Google o su propia plataforma de libros electrónicos? No, al contrario. Han adoptado Google y Amazon porque resulta que estas herramientas funcionan muy bien. No importa que Google sea la agencia de publicidad más grande del mundo o que Amazon ahora pueda explotar tu historial de lectura. Si los bibliotecarios y las comunidades que los apoyan definen el mundo a través de los ojos funcionales de las amenazas y la competencia, los bibliotecarios no involucrarán a nuevos jugadores como socios y tampoco trabajarán para inculcar estos nuevos valores dentro de sus servicios. Son ya muchos los bibliotecarios que saben cuáles son las herramientas que funcionan y que las usan ignorando prácticamente todo el coste que esto implica para ellos y para aquellos a quienes sirven.

Por favor, no me malinterpretes: uso Google y Amazon. Y Facebook y Twitter. Hay un gran valor en estas herramientas para los bibliotecarios y para la comunidad. Sin embargo todos estos servicios se pueden mejorar al asociarse con las bibliotecas. Allí donde los bibliotecarios pueden aprender nuevas formas de descubrir información o empaquetar contenido, estos nuevos socios pueden sacar partido de una tradición de 3.000 años de participación comunitaria y de un sistema de valores bien definido. Sin embargo ésto sólo sucederá si los bibliotecarios se abren a una verdadera asociación y logran ser considerados como aliados valiosos. Si los bibliotecarios, en cambio, dan la sensación de estar aislados y estancados en las funciones del pasado, ¿por qué asociarse con ellas?

Esto también se percibe en profesiones como la enseñanza y el periodismo. En algunas comunidades los periódicos locales y las bibliotecas públicas están sufriendo una especie de fusión. Los periodistas están aprendiendo de los bibliotecarios a invitar a la comunidad a ser parte de las fuentes generadoras de noticias.

Muchos maestros están adoptando métodos de aprendizaje basados en la investigación. Muchos editores están empezando a renunciar al concepto de guardián de la calidad y, en cambio, buscan provocar conversaciones entre los lectores. Si bien queda fuera del alcance de este libro queda claro que está surgiendo una ciencia de la mediación. Una ciencia que tiene el potencial para cambiar radicalmente las profesiones y la infraestructura del conocimiento de tu comunidad. Deberías esperar que tus bibliotecarios lideraran este camino hacia la mediación y persiguieran la creación de equipos multidisciplinares del conocimiento para satisfacer las necesidades de tu comunidad.

El poder potencial de un grupo de profesiones facilitadoras aliadas se puede resumir en un concepto como «Editor de la Comunidad» y se puede ver en las colinas rurales de Vermont. Anteriormente mencioné que el gobierno de Vermont logró la conexión de todo el estado y proporcionó conexiones de banda ancha a Internet a las bibliotecas en áreas rurales. Pero aún hay más sobre esta historia.

La Biblioteca del Estado tuvo que convencer a las bibliotecas rurales para pagar por este acceso. El importe no era mucho dinero, aproximadamente 100 dólares al mes por una increíble cantidad de ancho de banda. Aún así era más de lo que pagaban (nada) por la conexión de acceso telefónico tradicional. En la reunión de lanzamiento del proyecto, una de las personas encargadas de implementarlo, frustrada ante la resistencia percibida subió al escenario y dijo (cito textualmente):

«No creo que lo estéis entendiendo. Os ofrecemos un servicio que debería costaros cientos de miles de dólares. Pensad en vuestra conexión actual como si fuera un camino de tierra. En cambio lo que os proponemos es como llevar la autopista a la puerta de vuestra casa»

Al instante pude ver cómo se agrandaban los ojos de los bibliotecarios reunidos en la sala, estaban aterrorizados. Pude ver visiones de cientos de semáforos alemanes correr hacia ellos a 160 kilómetros por hora.

Estas bibliotecas estaban considerando esta nueva conexión a Internet como si fuera un nuevo tipo de libro. Las comunidades rurales a las que servían entrarían y podrían consumir las cosas más rápido. Sin embargo este no era el único objetivo del proyecto. La conexión rápida estaba llegando a las bibliotecas, pero el proyecto no estaba destinado a detenerse allí, y no estaba destinado únicamente a potenciar una navegación web rápida (y estoy hablando de muy rápida). La conexión estaba destinada a extenderse a negocios locales, hospitales, periódicos y, finalmente, a hogares. Y estaba destinada no solo a llevar el mundo a las zonas rurales de Vermont sino también a poner a las zonas rurales de Vermont en el mapa del mundo.

Las bibliotecas podrían asociarse con los periódicos locales para publicar noticias y eventos de las comunidades vecinas. Las escuelas locales podrían usar videoconferencias de alta definición en tiempo real para compartir clases. Y por tanto si una escuela pequeña no puede pagar un profesor de francés podrá reunir virtualmente en una clase a estudiantes de ocho escuelas. Las empresas locales ahora podrían comercializar sus productos a nivel mundial. Los artistas locales podrían colaborar con otros artistas de todo el estado. Las personas que abandonaran la vida urbana podrían reubicarse en condados rurales y mantener sus empleos de teletrabajo. En esencia la conexión era como un nuevo tipo de imprenta y lo que se estaba imprimiendo eran las características de la propia comunidad.

Esta es exactamente la misión de las bibliotecas. Alinear su trabajo con las misiones aliadas de periodismo y edición o de enseñanza y de salud pública para ampliar el impacto de las bibliotecas al mismo tiempo que el de los otros campos. El bibliotecario puede tejer una red de conexiones, que abarque a toda la comunidad, de una manera que nadie más puede hacerlo. Del mismo modo las bibliotecas académicas pueden unir departamentos, publicar el trabajo de un colegio o de una universidad y difundirlo al mundo. Las bibliotecas escolares pueden transmitir los proyectos de los estudiantes y los planes lectivos de los maestros a la comunidad e invitar a los padres, al gobierno y a las empresas a participar en el proceso educativo.

Deberías esperar que tus bibliotecarios ayuden a formar a este editor de la comunidad; no de forma aislada, sino junto a un grupo rico y diverso de actores.

Un bibliotecario suma

Entonces, ¿qué es un bibliotecario si no tiene una titulación, ni la declaración aislada de una misión, ni un conjunto de funciones? Yo diría que un bibliotecario es la intersección de tres cosas: la misión, los medios para la mediación y los valores que los bibliotecarios aportan a una comunidad. Ya hemos cubierto los dos primeros (enfoque de la misión y la mediación), pero ¿qué pasa con los valores?

Los bibliotecarios tienen estos valores profesionales: servicio, aprendizaje, apertura, libertad y seguridad y honestidad intelectual. Es decir, la función fundamental de los bibliotecarios es la de servir a los demás, por lo tanto el valor de su trabajo solo se puede medir por el impacto que tiene en los demás. Se valora el aprendizaje y su impacto se mide por la forma en que otros obtienen conocimiento. Se valora la transparencia porque los medios que utilizan los bibliotecarios para facilitar el aprendizaje son observables y transparentes. Los bibliotecarios valoran la libertad y la seguridad intelectual porque el mejor aprendizaje se produce en un entorno donde el conocimiento es lo más rico posible. Y los bibliotecarios valoran la honestidad intelectual que garantiza al alumno, en su proceso de aprendizaje, una guía honesta.

Ya he hablado de alguna de estas características. Sin embargo hay un valor en el que necesito centrarme y ampliar: la honestidad intelectual. Algunos de vosotros notaréis que no incluí «imparcial» en la lista de valores que definen a un bibliotecario. Esto es porque no podemos ser imparciales. Como seres humanos inculcamos nuestros valores, nuestros prejuicios y nuestra propia cosmovisión en todo lo que hacemos. El lenguaje que usas, el color de tu piel, el lugar donde creciste, tu educación, todo influye en cómo ves e interactúas con el mundo. Tú no eres imparcial. Los bibliotecarios creen que la privacidad es esencial, y esto es un sesgo. Los bibliotecarios creen que tener más puntos de vista sobre un tema es mejor que tener menos, y esto es un sesgo. Los bibliotecarios creen, espero, que los bibliotecarios y las bibliotecas desempeñan un papel vital en la democracia, y eso también es un sesgo. No podemos ser imparciales, pero podemos ser intelectualmente honestos.

Toma las ciencias como ejemplo. Yo soy un científico de la información. Los científicos no solo han reconocido que tenemos sesgos sino que incluso han desarrollado medidas para cuantificarlos. Sin embargo la gente sigue considerando la ciencia como una forma legítima de examinar el mundo. ¿Por qué? No porque los científicos como personas sean objetivos y neutrales sino porque los científicos han desarrollado herramientas imparciales y un espíritu de honestidad intelectual. Como científico reconozco que mis métodos pueden ser defectuosos, por lo tanto, les doy transparencia para que se puedan examinar. Reconozco que mi interpretación de los datos puede ser incorrecta, por lo tanto, publico mis resultados. La ciencia reconoce la diferencia entre imparcialidad y transparencia. Deberías esperar que los bibliotecarios también adoptaran esta distinción.

Referencias

« Bodleian Library: History of the Bodleian ». 2018. Bodleian Library & Radcliffe Camera. https://www.bodleian.ox.ac.uk/bodley/about-us/history.

«Continuing Education - Learning Opportunities». 2018. MSL.  https://www.maine.gov/msl/libs/ce/index.shtml.

« ILEAD USA: Innovative Librarians Explore, Apply and Discover ». 2018. ILEAD USA: Innovative Librarians Explore, Apply and Discover. ILEAD USA. https://ileadusa.wordpress.com/.

Mack, D. L. 2011. «Libraries and museums in an era of participatory culture». Salzburg Global Seminar in partnership with Institute of Museum; Library Services. https://www.imls.gov/assets/1/AssetManager/SGS_Report_2012.pdf.

« Standards for accreditation of master’s programs in library & information studies ». 2008. Office for Accreditation American Library Association. http://www.ala.org/educationcareers/sites/ala.org.educationcareers/files/content/standards/standards_2008.pdf.


  1. Programa de formación continua ILEAD USA (« ILEAD USA: Innovative Librarians Explore, Apply and Discover » 2018).

  2. Programa de formación para bibliotecarios sin titulación en biblioteconomía (« Formación continua: Occasions d’apprentissage » 2018). ## Références