Capítulo 2. ¿Mejores bibliotecas para qué? Para que tengan impacto

La Academia Cushing es una escuela preparatoria de élite a unas 100 kilómetros al oeste de Boston. En su exuberante campus arbolado, 445 estudiantes de 28 estados y 28 países cursan estudios secundarios. Esta escuela también representa, si creéis lo que dice el Boston Globe (Abel 2009), el fin de las bibliotecas tal y como las conocemos.

En 2009, Cushing invirtió cientos de miles de dólares en la renovación de su biblioteca y buena parte de esa inversión consistió en deshacerse de todos los libros físicos y reemplazarlos por lectores electrónicos y recursos digitales. Al menos, eso es lo que el Globe contó. La verdad es más compleja: Cushing se deshizo de una gran cantidad de libros impresos, en su mayoría textos académicos desfasados, y lo hizo con el fin de ampliar la colección de materiales disponibles para los estudiantes a través de medios digitales. También aumentó el personal bibliotecario y permitió a los estudiantes acceder a los recursos de la biblioteca las 24 horas del día («Do School Libraries Need Books?» 2010).

La parte interesante de esta historia no es que una escuela eliminase su colección impresa (que no lo hizo) ni tampoco que cambiara el tipo de colección de la biblioteca (cada vez más digital). No, la parte interesante de esta historia es que la prensa reaccionara ante los cambios de este pequeño internado. Con titulares como «La biblioteca digital de la escuela deja atrás pilas de libros» y «Bienvenido a la biblioteca, dígale adiós a los libros», los reporteros pasaron por alto los matices de una escuela que expandía su biblioteca y narraron en cambio el final de las bibliotecas.

El argumento central de este libro es que necesitamos mejores bibliotecas, lo que presupone que, en primer lugar, necesitamos bibliotecas. Hay muchas personas que cuestionan la necesidad de cualquier tipo de biblioteca. Así pues, antes de adentrarnos en lo que deberíais esperar de vuestras bibliotecas, vale la pena comenzar repasando los motivos por los cuales las bibliotecas son necesarias.

Los argumentos principales que justifican la existencia de las bibliotecas a lo largo del tiempo y que permanecen hoy en día se agrupan en torno a los siguientes aspectos clave:

  • Agente de compras colectivas
  • Estímulo económico
  • Centro de aprendizaje
  • Red de protección
  • Guardián del patrimonio cultural
  • Tercer espacio
  • Cuna de la democracia
  • Símbolo de las aspiraciones comunitarias

En realidad, rara vez hacemos referencia de forma aislada a estos argumentos que apuntalan la necesidad de que existan bibliotecas, pues los límites entre ellos son difusos. No obstante, vale la pena analizarlos separadamente y mostrar cómo debemos esperar más en cada uno de estos ámbitos.

Agente de compras colectivas

Stewart Brand dijo que «la información quiere ser libre». Al menos, eso es lo que todos dicen que dijo. La cita completa es:«». C’est ainsi, du moins, que tout le monde le cite. Voici la citation complète :

Por un lado, la información quiere ser cara porque es muy valiosa. La información correcta en el lugar adecuado te cambia la vida. Por otro lado, la información quiere ser libre porque el coste de hacerla pública es cada vez más bajo. Así que tenemos estas dos fuerzas enfrentadas. 2018)

Vemos los resultados de esta lucha por todas partes. Los libros y la música son más baratos porque los costes de distribución y producción se han reducido considerablemente a través de las redes digitales. Los académicos cada vez más, exponen sus trabajos en línea y sitios como YouTube demuestran que hay una comunidad saludable que está dispuesta a compartir videos y contenidos de todo tipo de forma gratuita. Sin embargo, fijaos y veréis que <«gratis» no es tan barato como parece. Los videos de YouTube se pueden ver gratis siempre y cuando veamos también algunos anuncios, al igual que sucede con la televisión en abierto.

¿Habéis comprobado vuestra factura del cable recientemente? No es gratis. Las entradas de cine son cada vez más caras y, si queréis recibir consejos médicos más allá de WebMD, más vale que tengáis un seguro sanitario. Los modelos de negocio están cambiando, pero la información de calidad o personalizada sigue siendo cara.

En este contexto, las bibliotecas siempre han sido una de las formas utilizadas por las comunidades para reunir recursos destinados a realizar grandes compras. En las universidades, estas compras consisten por ejem- plo, en suscripciones a revistas académicas. En las bibliotecas públicas, los recursos adquiridos se destinan a adquirir lecturas de interés general para compartirlas. En los despachos de abogados se adquieren, por ejemplo, LexisNexis y bases de datos de recursos legales como Westlaw. La cuestión es que, si una compra resulta demasiado cara para una persona pero tiene utilidad general, tiene sentido recurrir a los recursos comunitarios (im- puestos, tasas y presupuestos departamentales) para realizarla. De hecho, cuando las bibliotecas necesitan materiales demasiado costosos a menudo se agrupan en consorcios para adquirirlos.

Para daros una pequeña idea de la cantidad de dinero de la que esta- mos hablando, dejadme que os muestre dos ejemplos breves. El primero es una tabla elaborada por la Universidad de Iowa que muestra cuánto le cuesta dotar de acceso electrónico a revistas académicas a los profesores y al personal: (Robertson 2012)

Editorial Coste (en dólares USA) Número de títulos
Elsevier 1 641 530 $ 2095
Wiley/Blackwell 868,031 $ 1304
Springer 607 540 $ 400
Sage 243 647 $ 608
JSTOR 97 602 $ 2319
Cambridge University Press 43,940 $ 145
Project Muse 33 210 $ 500
Oxford University Press 21,313 $ 250

Sí, habéis leído bien. El acceso electrónico a 7.621 revistas cuesta más de US$3,5 millones al año. Y el de Iowa no es un caso aislado. En 2012, Harvard afirmó que sus gastos en estas suscripciones habían aumentado un 145% durante el periodo 2006-2012 y que dicho incremento pronto pondría materiales fuera del alcance de la universidad más rica del mundo (Sample 2012).Ah, y por cierto, estas cifras son todas anuales, pues la biblioteca nunca posee esos artículos. Volveremos a tratar este tema cuando hablemos de que las bibliotecas «pertenecen a la comunidad» en el capítulo 5.

Por supuesto, puede que esto os parezca barato cuando veáis el resultado en el estado de Texas, que utiliza un servicio llamado TexShare a través de su Comisión Estatal de Bibliotecas y Archivos (TSLAC, por sus siglas en inglés, State Library and Archive Commission). TexShare proporciona grandes bases de datos de información para la investigación a los ciudadanos de Texas a través de las bibliotecas participantes.

He aquí el resultado de los costes de Texas :

A las 645 bibliotecas que participan en el programa de la base de datos TexShare les habría costado US$84.158.212 comprar las suscripciones a la base de datos que compró la TSLAC por US$7.286.620 (« TexShare Facts at a Glance » 2018)

Casi US$76 millones de ahorro. He ahí el poder de las compras colectivas.

Hay dos factores que a veces se pierden de vista al hablar de las bibliotecas como agentes de compras colectivas: lo que se compra requiere organización y el uso de fondos comunes debe contribuir al bien común. Comencemos con los elementos que necesitan organización.

Para el quinto cumpleaños de mi hijo, mi esposa y yo le compramos 10 libras de Legos en eBay. Resulta que, cuando los niños se mudan de casa y dejan un cajón lleno de Legos, algunos padres los guardan, los pesan y los venden. Esto funciona muy bien para un niño de cinco años con imaginación, pero no si él o ella quiere construir un modelo en particular. Lego apela a la imaginación, pero también requiere seguir instrucciones y reunir piezas relacionadas con temas concretos (coches, La guerra de las galaxias, etc.), para lo cual comprar Legos a peso no sirve. La situación es la misma con los libros o las bases de datos en una biblioteca: se debe invertir en personas que organicen los materiales comprados (o, cada vez más común hoy en día, los materiales con licencia comprados). Volveremos a tratar este tema en el capítulo 7 cuando hablemos de los bibliotecarios.

El segundo concepto que puede diluirse al analizar el papel de las bibliotecas como agentes de compras es el del bien común. Es decir, si una comunidad (una escuela, una ciudad, una universidad) reúne dinero para adquirir cosas, esas cosas deberían beneficiar a la comunidad en general. Esto puede parecer obvio, pero las bibliotecas y las comunidades pueden pasar por alto este aspecto. Tomemos como ejemplo un servicio llamado « Freegal1 ».

Las bibliotecas se suscriben a Freegal para que aquellos que tienen el carné de la biblioteca puedan descargarse música en formato MP3. Las bibliotecas compran bloques de descargas (por ejemplo, 500 descargas para la comunidad). Esto parece un gran servicio, pero la biblioteca (y por lo tanto la comunidad) está pagando para que un usuario se descargue una canción para su uso personal. Si otro usuario de la biblioteca quiere esa canción, hará falta otra descarga. Las bibliotecas (o la comunidad) que pagan por el servicio no pueden recopilar estas canciones y prestarlas o archivarlas.

Imaginaos que entráis a una biblioteca, pedís un libro y el bibliotecario va a una librería a comprarlo y luego os lo da para que lo guardéis. ¿Es este un uso inteligente de los recursos de la comunidad? Ahora imaginaos que se usaran fondos provenientes de los impuestos para construir un camino privado que solo un ciudadano pudiera usar. Así no se construye un recurso común, no hay economías de escala y, en última instancia, se está utilizando a la comunidad para enriquecer a algunas personas.

Freegal es un ejemplo del peor tipo de redistribución de la riqueza. La misión de las bibliotecas no es la redistribución de la riqueza. Debéis esperar que las bibliotecas creen una propiedad «común», una infraestructura común para que la use toda la comunidad.

Estímulo económico

En última instancia, apelar a la utilidad de las bibliotecas como agente de compras colectivas para justificar su existencia implica recurrir a la utilización de un argumento económico. De hecho, las bibliotecas ahorran dinero. Un argumento relacionado con este punto es que las bibliotecas pueden generar dinero en la comunidad al estimular la economía local. Investigadores en Indiana, por ejemplo, concluyeron que:

Las bibliotecas son rentables, pues los beneficios económicos directos que las comunidades reciben de ellas son significativamente mayores que el costo de mantenerlas operativas

En concreto:

  • Las comunidades de Indiana recibieron US$2,38 de benefi cios eco- nómicos directos por cada dólar gastado.
  • Los salarios y los gastos de las bibliotecas públicas generaron US$216 millones adicionales en actividad económica en Indiana.
  • Los salarios y los gastos de las bibliotecas académicas generaron US$112 millones adicionales en actividad económica en Indiana (« Economic Impact of Libraries » 2007).

En Wisconsin, al parecer, el rendimiento obtenido por cada dólar invertido es incluso mejor, pues se calculó que:

la contribución económica total de las bibliotecas públicas de Wisconsin a la economía del Estado es de US$753.699.545. El rendimiento de la inversión en servicios bibliotecarios es de US$4,06 por cada dólar invertido de los contribuyentes» (North Star Economics 2008).

Este resultado se da una y otra vez en todos los estados y ciudades de Estados Unidos:

Estado Retorno por 1 dólar de inversión Año de estudio
Colorado 5 $ 2009 (Steffen et al. 2009)
Florida 6,54 $ 2004 (José-Marie Griffiths 2004)
Wisconsin 4,06 $ 2008 (North Star Economics 2008)
Indiana 2,38 $ 2007 (« Economic Impact of Libraries » 2007)
Pensilvania 5,50 $ 2007 (Jose-Marie Griffiths, King, et Aerni 2007)
Carolina del Sur 4,48 $ 2005 (Barron et al. 2005)
Vermont 5,36 $ 2006–2007 (« Vermont Libraries Using New Fiber Optic Network » 2014)
Región Retorno por 1 dólar de inversión Año de estudio
Charlotte, Carolina del Norte 3,15-4,57$ 2008–2009 (« A Return on Investment Study of the Charlotte Mecklenburg Library 2010 » 2010)
San Luis, Missouri 4 $ 1999 (Holt et al. 1999)
Sudoeste Ohio 3,81 $ 2006 (Levin, Driscoll, et Fleeter 2006)
Condado de Suffolk, New York 3,93 $ 2005 (Kamer 2005)
Pittsburgh, Pensilvanie 3,05 $ 2006 (« Carnegie Library of Pittsburgh: Community impact and benefits » 2006)

Además, este fenómeno no es exclusivo de EE.UU. Un estudio realizado por el Martin Prosperity Institute de la Universidad de Toronto mostró que «por cada dólar invertido en la Biblioteca Pública de Toronto, los residentes de Toronto reciben US$5,63» y que dicha biblioteca «genera un impacto económico total de más de US$1.000 millones». (« So Much More: The Economic Impact of the Toronto Public Library on the City of Toronto » 2013).

¿De dónde viene todo este impulso económico? Por una parte viene del poder de compra colectiva de las bibliotecas del que se ha hablado previamente: no tener que comprar un libro o alquilar una película porque se pueden usar los recursos de la biblioteca supone un impulso. Y en parte se debe también al hecho de que las bibliotecas son empleadoras con trabajadores que pagan impuestos (y contribuyen a la economía local). No obstante, esto va más allá de ahorrar dinero. Por ejemplo, estudios recientes muestran que las bibliotecas en realidad incitan a que se compren más libros. (Albanese 2011). En la educación superior, «las bibliotecas son un aspecto importante a tener en cuenta cuando los estudiantes seleccionan una universidad y, como resultado, las bibliotecas académicas pueden ayudar a que aumente el volumen de matrícula» (Oakleaf 2010) ».

El impacto económico de las bibliotecas también proviene de elementos intangibles como la creación de un entorno cívico que atraiga negocios y promueva el desarrollo de la fuerza laboral. Más recientemente, durante la recesión económica que comenzó en 2008, las bibliotecas asumieron un papel importante en el suministro de ayuda a los solicitantes de empleo. En algunas bibliotecas, esto simplemente consistió en proporcionar a las personas sin trabajo acceso a ordenadores y talleres sobre cómo elaborar un currículum. En otras bibliotecas, sin embargo, podemos ver lo que sucede cuando las comunidades y los bibliotecarios esperan más.

Por ejemplo, el proyecto « Transform U » (« Transform U Portal » 2018) de varias bibliotecas públicas de Illinois reconoció que, cuando las personas buscan un trabajo, a menudo buscan un cambio más grande en la vida. Quizás lo que deben hacer es volver a estudiar o tal vez lo que necesitan es que los servicios sociales les ayuden a alimentar a sus familias. Definitivamente, necesitan sentir respeto y autoestima. Para satisfacer estas necesidades, los bibliotecarios crearon asociaciones con universidades locales, agencias de servicios sociales y agencias de desarrollo económico y ahora, cuando los solicitantes de empleo van a la biblioteca local, tienen una red de apoyo completa que les ayuda a identificar sus objetivos a largo plazo y a lidiar con procesos de solicitud para universidades o agencias gubernamentales a menudo confusos. Se les proporcionan herramientas de navegación sencillas para buscar trabajo o crear negocios desde cero. En definitiva, estos bibliotecarios fueron más allá de los recursos básicos para satisfacer las necesidades de la comunidad.

Hay una pequeña biblioteca en la zona rural de Eureka, Illinois, que ejemplifica otra forma de cómo las bibliotecas pueden contribuir al desarrollo económico: el espíritu empresarial. Cuando una mujer se acercó a la Biblioteca Pública de Eureka para comenzar un negocio de catering sucedió algo maravilloso. La mujer, que era chef profesional, se había dado cuenta de que faltaban lugares para comer en la ciudad. Tenía una idea para crear un restaurante nuevo, pero no sabía cómo proceder. En lugar de simplemente indicarle algunos recursos informativos sobre cómo iniciar un negocio, la biblioteca le ofreció un rincón de su propiedad donde una vez a la semana (al principio) la mujer pudo montar un espacio para servir comidas. Con el tiempo se convirtió en un espacio estable. Chef Katie se convirtió en un exitoso negocio de catering y toda la ciudad se benefició. (« Chef Katie Cooks for Eureka » 2010).

Tanto la Biblioteca Pública de Toronto como la Biblioteca Pública del Condado de Cuyahoga ofrecen un amplio apoyo a los empresarios y tanto Business Inc (« Business Inc. : Programs, Classes & Exhibits » 2018) de Toronto como «Encore Entrepreneurs» (« Encore Entrepreneurs » 2018) de Cuyahoga ofrecen clases de gestión empresarial para los miembros de la comunidad y asesoría a la comunidad empresarial local. Toronto incluso tiene un «empresario residente» que se reúne con los emprendedores en ciernes individualmente. Estos programas han sido especialmente efectivos para empoderar a los inmigrantes y los nuevos ciudadanos en la creación de empleos y oportunidades.

El Dream Lab de Washington DC lleva esta propuesta un paso más allá, pues no solo proporciona a los miembros un «espacio compartido para pequeñas organizaciones, grupos e individuos que usan las tecnologías para desarrollar y mantener nuevas empresas», sino que además se espera que los empresarios que usan el laboratorio compartan su experiencia y conocimientos en talleres públicos de una hora al mes. Así pues, la biblioteca no solo ayuda a un individuo, sino que también ayuda a que este ayude a otros miembros de la comunidad (« The Dream Lab District of Columbia Public Library » 2015).

Este espíritu de apoyar la puesta en marcha de iniciativas empresariales no se limita a las bibliotecas públicas. Por ejemplo, la School of Information Studies de la Universidad de Siracusa pone mucho énfasis en las nuevas empresas y a menudo agrupa a los estudiantes de grado del campus en equipos generadores de ideas vinculadas a la creación de negocios. Los bibliotecarios se sientan con estos equipos para analizar la competitividad e investigar la novedad de las ideas planteadas. En las empresas de todo el país, las bibliotecas corporativas consiguen información sobre patentes, evalúan la competencia y brindan capacitación continua a abogados, médicos y fabricantes de ordenadores para ayudar a que las empresas crezcan.

Las bibliotecas tal y como las conocemos ya proporcionan beneficios económicos a sus comunidades. Sin embargo, a medida que avanzamos podemos esperar más de ellas en este sentido. Debemos esperar que las bibliotecas de todo tipo ahorren dinero a las comunidades y ayuden a crear sectores completamente nuevos

Centro de aprendizaje

Este argumento para justificar la existencia de las bibliotecas se basa en la creencia generalizada de que el mejor aprendizaje se produce en entornos de máxima riqueza informativa. En las instituciones académicas esto se ha traducido en bibliotecas que buscan recopilar de manera integral trabajos académicos y revistas, mientras que en las bibliotecas públicas, la idea de máxima riqueza informativa ha implicado reunir materiales sobre una amplia variedad de temas, no solo de ficción. Esta es la razón por la que existen las bibliotecas escolares.

La alfabetización, el aprendizaje y la formación académica siempre se han asociado con las bibliotecas. De hecho, la mayoría de los directores de bibliotecas en la Edad Media eran académicos que también se ocupaban de preservar el catálogo. En la década de 1900, este argumento —que las bibliotecas son lugares de aprendizaje— impulsó el trabajo de bibliotecas públicas como la «universidad popular». Melvil Dewey, padre del sistema decimal de Dewey, creía que las bibliotecas públicas y las escuelas públicas eran instituciones educativas equivalentes». De hecho, las bibliotecas públicas no recopilaban ficción ni ningún material popular porque la gente en aquel entonces no vinculaba la alfabetización general o «el amor por la lectura», como decimos hoy, con el aprendizaje.(Kruk 1998).

Hoy en día, las bibliotecas siguen considerando el aprendizaje como una de sus misiones. Una de las campañas de marketing más exitosas son los carteles de «Lee» de la American Library Association que muestran a celebridades animando a todos a coger un libro y leer. Los programas de lectura de verano fomentan el hábito de leer, una habilidad necesaria para el aprendizaje a lo largo de la vida. Las bibliotecas escolares están profundamente comprometidas con la alfabetización y abarcan desde las habilidades básicas de lectura a las habilidades de investigación y los ejercicios de pensamiento crítico relacionados con el plan de estudios. Incluso las bibliotecas académicas y corporativas se implican en la alfabetización, si bien se centran en la alfabetización mediática y social necesaria para, por ejemplo, descifrar tendencias en las redes sociales o comprender visualizaciones de datos.

No obstante, aunque pienso que este argumento para justificar la existencia de las bibliotecas es cada vez más importante, a menudo resulta vago. Por ejemplo, ¿crear un entorno rico en recursos es suficiente para facilitar el aprendizaje? Si se dejase a un niño de dos años en medio de una biblioteca bien surtida, ¿cabría esperar regresar al cabo de dos días y que el niño hubiese aprendido a leer? Por supuesto que no.

Una parte de esperar más de vuestras bibliotecas y bibliotecarios es forzarlos a ir más allá de los argumentos habituales que suenan sensatos y se vinculan fácilmente a actividades cuantificables. Por ejemplo, ¿vuestra biblioteca pública trabaja directamente con las escuelas de primaria y secundaria? ¿Cómo concuerda la colección de una biblioteca académica con los programas de grado que se ofrecen en una universidad? ¿Qué cursos, planes de estudio y servicios se ofrecen, quién los otorga, a quién y con qué resultados? La simple acumulación de recursos no garantiza la mejora la educación sino que se convierte en un mero afán acaparador.

Volveremos a tratar estos temas a lo largo del libro, pero por ahora centrémonos en el vínculo entre las bibliotecas y la protección social.

Red de protección

Cuando uno piensa en la red de protección social, probablemente piensa en los pobres. Sin duda, algunas bibliotecas brindan acceso a un mundo de recursos y servicios para aquellas personas que tienen menos capacidad para permitírselos. Sin embargo, la red de protección que las bibliotecas generan va mucho más allá del estrato socioeconómico. Muy pocas personas pueden pagar los cientos de miles de dólares que las bibliotecas pagan por las bases de datos de búsqueda. Pero, además, el argumento de la red de protección no se limita solo al pago de recursos.

Las bibliotecas públicas siempre han brindado información a aquellos que de otro modo no podrían adquirirla. Esta es, en parte, la misión del agente de compras de la que hemos hablado anteriormente pero la red de protección de hoy también incluye llevar el acceso a internet a la América rural. Las bibliotecas están llevando el acceso a internet a las bibliotecas de aldeas pequeñas y se recurre a las bibliotecas móviles con el fin de abastecer a las personas residentes en zonas rurales. Una encuesta realizada en 2014 reveló que el 98% de las bibliotecas públicas de EE. UU. ofrecen acceso gratuito a wifi público(Gravatt 2015). En Vermont, el gobierno estatal ha ayudado a construir una red de fibra óptica que conecta las bibliotecas rurales de todo el estado, haciendo de cada biblioteca un punto de acceso para los negocios y los hogares de las aldeas.

En estos tiempos de redes digitales, las bibliotecas de todo tipo han ampliado la red de protección social más allá del acceso para estrechar la nueva y creciente brecha digital: el conocimiento. Que las personas se conecten a internet todavía supone un desafío importante y, dado que las herramientas digitales son cada vez más necesarias para la vida y el trabajo, el reto actual es ayudar a que toda la población aproveche estas nuevas herramientas. Por ejemplo, después de la Navidad de 2011, las bibliotecas públicas se inundaron de personas a las que habían regalado iPads y Kindle Fires. Muchos habían comprado o recibido las tabletas sin saber que se necesita una red inalámbrica para usarlas, así que los bibliotecarios ayudaron a configurar los dispositivos y mostraron a la gente cómo podía usar la red inalámbrica de la biblioteca para obtener libros, música y vídeos. De hecho, el 90% de las bibliotecas públicas ofrecen «capacitación básica en alfabetización digital y una mayoría significativa apoya la capacitación relacionada con los dispositivos de nueva tecnología (62%), las prácticas seguras en línea (57%) y el uso de las redes sociales (56%)(« Vermont Libraries Using New Fiber Optic Network » 2014) ».

Si crees que usar una tableta o saber navegar por la red es bueno, pero no es una necesidad, ten en cuenta que en 2014 el IRS dejó de proporcionar formularios impresos y folletos de instrucciones para el pago de impuestos en EE. UU., lo que ha hecho que «el 76% de las bibliotecas ayuden a los usuarios a manejar programas y servicios gubernamentales en línea».(Gravatt 2015) ». Cada vez, más agencias gubernamentales locales, estatales y nacionales están cerrando los centros de ayuda presencial y suspendiendo los medios impresos de interacción. Para ser ciudadano, para pagar impuestos, para solicitar puestos de trabajo, para mantenerse al día con los eventos locales, necesitas estar conectado y saber cómo usar esa conexión.

Si ampliamos esta idea de suplir las carencias de conocimientos, resulta obvio que no solo las bibliotecas públicas están llenando lagunas en las redes de protección. Actualmente, las bibliotecas escolares prestan libros no solo a los estudiantes, sino también a sus padres. En cada biblioteca académica, los bibliotecarios proporcionan a los estudiantes habilidades básicas de investigación que no adquieren en las clases. Los bibliotecarios de derecho están añadiendo alfabetización informacional de carácter vital a las habilidades legales de abogados y jueces por igual. En el Departamento de Justicia de EE. UU., actualmente algunos bibliotecarios forman parte de equipos de fiscales y su trabajo principal consiste en investigar a testigos expertos para desacreditar su testimonio ante los tribunales.

Aquí nuevamente llegamos a un punto en el que debemos esperar más de las bibliotecas a medida que avanzamos. Cada vez más los gobiernos a todos los niveles recurren a la tecnología para eliminar el trato directo con el público. Los servicios tributarios, los servicios de empleo y los servicios sociales están reduciendo su presencia física, lo que aboca a las bibliotecas a convertirse en puntos de contacto públicos. Ya que los currículos, los trámites con el sector público y la literatura y la música están en línea, necesitamos bibliotecas y bibliotecarios preparados para ir más allá de entregar formularios e indicar dónde hay ordenadores disponibles. En definitiva, necesitamos bibliotecarios para enseñar, resolver problemas y, en última instancia, abogar a favor de la comunidad.

Guardián del patrimonio cultural

En el tercer piso de la Biblioteca Central de la Biblioteca Libre de Filadelfia, se encuentra una biblioteca. Sí, otra biblioteca dentro de la Biblioteca Libre. Es la biblioteca de William McIntyre Elkins, un rico banquero de inversiones de Filadelfia de principios del siglo XX y destacado coleccionista de libros.(Shaffer 1956). No se trata de una recreación hecha para parecerse a la biblioteca original, sino que la colección completa se trasladó de la casa de Elkins a la Biblioteca Libre. No solo se trasladaron los libros, sino también el escritorio, el globo terráqueo, las paredes con paneles de madera, la alfombra… toda la biblioteca de Elkins. A decir verdad, la entrada resulta un tanto desconcertante, pero no es inusual que las bibliotecas más grandes tengan estas colecciones especiales.

Hoy en día no suele hablarse mucho de la importancia de las bibliotecas para la preservación de nuestro patrimonio cultural, pues el énfasis durante los últimos 30 años se ha puesto en la información y los recursos que tienen un impacto directo e inmediato en la erudición, el aprendizaje y la recreación. Sin embargo, a lo largo de los siglos y en muchos otros países, la preservación del patrimonio cultural (obras de arte, manuscritos y demás) fue la razón principal de la existencia de las bibliotecas y gracias a ello puede encontrarse una copia original de las obras de Shakespeare en la Biblioteca Pública de Dallas y una Biblia de Gutenberg en el Ransom Centre de la Universidad de Texas.

En los países nórdicos, las bibliotecas suelen estar ubicadas en museos y teatros e incluso hoy en día, si vas a Italia y buscas una biblioteca pública, te será difícil encontrar una. Esto se debe a que, en su mayor parte, las bibliotecas no están allí para el usuario ocasional, sino para el erudito o el estudiante. Como me dijo un bibliotecario italiano: «En Italia no vamos a la biblioteca a buscar una receta de salsa, le preguntamos a nuestras madres ». En otras palabras, la biblioteca no es para las tareas diarias.

Muchas bibliotecas en Estados Unidos, especialmente las bibliotecas académicas, todavía atesoran colecciones de arte increíbles y tesoros históricos, pero el lenguaje del patrimonio cultural en las bibliotecas también está cambiando. Actualmente, además de preservar la herencia cultural del pasado, los bibliotecarios trabajan con los vecinos, así como con voluntarios y estudiantes, para capturar la cultura del ahora, atrapar historias, digitalizar cajas de zapatos llenas de fotos y crear relatos orales para que los residentes puedan transmitir su herencia a las generaciones futuras. Ejemplos de este fenómeno a gran escala incluyen el archivo por parte de la Biblioteca del Congreso de las 60.000 entrevistas con estadounidenses de a pie (2018) de StoryCorp (« StoryCorps Collection FAQ » 2018) y la Biblioteca Pública Digital de América (« Digital Public Library of America » 2018). La Biblioteca Pública Digital de América es una asociación de más de 1.300 bibliotecas, museos e instituciones de patrimonio cultural de EE. UU. que suministra, entre otras cosas, acceso a siete millones de elementos digitales (imágenes, mapas, fotos, trabajos artísticos, etc.) y un conjunto de herramientas para capturar y compartir el patrimonio de una nación en las aulas y los hogares.(Schuessler 2014).

Nuestra historia y cómo nos percibimos a nosotros mismos en el pasado son partes vitales de cómo avanzamos. Sin embargo, ahora debemos esperar que nuestras bibliotecas no solo actúen como un almacén de las obras de los grandes hombres del pasado, sino que también capturen nuestra historia a medida que se desarrolla hoy. Si quieres ver la biblioteca de Elkins, en Filadelfia, subes en ascensor hasta el tercer piso, tocas al timbre y, al cabo de 20 minutos te dejarán entrar para verla. Necesitamos que nuestra historia esté a nuestro alcance para poder enlazarla con el futuro.

Tercer espacio

El sociólogo Ray Oldenburg señaló que las comunidades vibrantes tenían tres «espacios» distintivos: un espacio para el hogar, un espacio de trabajo y un espacio para la comunidad o «tercer espacio». La idea es que, para prosperar, las comunidades necesitan espacios accesibles para que sus miembros se reúnan lejos de la familia y del trabajo.

Casi todos los tipos de bibliotecas sirven como terceros espacios. Las bibliotecas públicas, en particular, son uno de los pocos espacios comunitarios que quedan para todos los residentes. Las bibliotecas universitarias han hecho sitio para cafeterías y otros lugares de reunión para que los estudiantes universitarios puedan escapar de los dormitorios y las aulas. Y las bibliotecas escolares a menudo se consideran lugares seguros para los estudiantes que no encajan en ninguna pandilla.

A medida que el uso de más y más espacios comunes se restringe o se destina a satisfacer otras necesidades de la comunidad (especialmente al desarrollo económico), los espacios de las bibliotecas (ya sean físicos o virtuales) se vuelven cada vez más importantes como lugares de reunión de los miembros de la comunidad.

En Pistoia, Italia, a las afueras de Florencia, hay una biblioteca que sirve como tercer espacio. La biblioteca de San Giorgio se construyó literalmente como una nueva plaza pública para los ciudadanos de esta antigua ciudad toscana. Aparte de los amplios espacios para reuniones, la biblioteca cuenta con una cafetería activa, un cine y una gran cantidad de programas organizados por miembros de la comunidad. Los bibliotecarios se encargan de la organización de talleres y manifestaciones por parte de los miembros de la comunidad (desde trabajadores de la metalurgia a psicólogos).

En la Biblioteca de Referencia Bloor de la Biblioteca Pública de Toronto, los ciudadanos pueden trabajar en «módulos de estudio» de vidrio hechos a medida o asistir a conferencias en un gran atrio de varios niveles. Durante años, la Biblioteca Pública de Cuyahoga, en las afueras de Cleveland, se autodefinió como el «ágora», una palabra griega que significa «bienes comunes». La Biblioteca Pública de Fairfield, en Connecticut, ha construido una especie de casa del árbol para que los niños lean, aprendan y jueguen dentro de la biblioteca.

Lo que Toronto, Pistoia, el condado de Cuyahoga y Fairfield tienen en común es que sirven como terceros espacios que reflejan la cultura y las necesidades de las comunidades a las que sirven. Debéis esperar que vuestras bibliotecas sean un reflejo de vuestra comunidad. No hay una plantilla, no hay un plan maestro para los espacios que las comunidades construyen en sus bibliotecas. Los tiempos en que se aplicaba un enfoque estilo MacDonald’s a la arquitectura de las bibliotecas y donde todas terminaban pareciéndose, sin importar a quién servían, han pasado. El tercer espacio de una biblioteca debe ser tan distintivo y original como las personas que lo utilizan.

Cuna de la democracia

Como la historia demuestra, puede haber bibliotecas sin democracia y democracia sin bibliotecas. Sin embargo, yo diría que para tener una verdadera democracia liberal, las bibliotecas son necesarias.

Estados Unidos es una democracia liberal, Canadá es una democracia liberal y Francia, Alemania, India e Israel también son democracias liberales. Lo «liberal» de la democracia liberal no tiene nada que ver con un partido político ni con el grado de progresismo social del país, sino con la creencia de que la democracia es algo más que votar. Una democracia liberal también incluye la protección de las libertades civiles y la protección constitucional frente al poder gubernamental intrusivo. Se trata de un matiz importante. Por ejemplo, Irak, bajo el mandato de Saddam Hussein, fue nominalmente una democracia y Hussein fue elegido presidente con el 99% de los votos. Sin embargo, pocos considerarían que aquello fue una verdadera democracia liberal.

¿Por qué son tan importantes las bibliotecas para una democracia liberal? La respuesta corta es que una verdadera democracia requiere la participación de una ciudadanía informada. La misión principal de las bibliotecas (públicas, escolares y de otros tipos) es crear una nación de ciudadanos informados y activos.

Cuando los partidarios de las bibliotecas utilizan este argumento a menudo recurren a una o más de estas tres citas:

La gente es la única censora de sus gobernadores e incluso sus errores tenderán a mantenerlos fieles a los verdaderos principios de su institución. Castigar estos errores con demasiada severidad sería suprimir la única salvaguardia de la libertad pública. La forma de prevenir estos [errores] es dar a la gente información completa de sus asuntos a través de los periódicos y lograr que estos lleguen a toda la gente. Ya que la base de nues32 tros gobiernos es la opinión de la gente, el primer objetivo debe ser proteger ese derecho. Y si yo tuviera que decidir entre tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin un gobierno, no dudaría ni un instante en elegir esto último. Pero debo decir que todos los hombres deberían acceder a los periódicos y ser capaz de leerlos. – Thomas Jefferson

No hay una cuna de la democracia en la tierra como la Biblioteca Pública Libre, esta república de las letras donde ni el rango, ni el cargo, ni la riqueza reciben la menor consideración. – Andrew Carnegie

Un gobierno popular sin información popular o sin los medios para adquirirla no es más que un prólogo a una farsa o a una tragedia o tal vez a ambas. El conocimiento siempre se impondrá sobre la ignorancia y un pueblo que quiere gobernarse a sí mismo debe armarse con el poder que el conocimiento otorga. – James Madison

Las tres citas comparten un mensaje común: un ciudadano informado es necesario para sostener una democracia. Sin embargo, cada una de estas citas enfatiza una faceta diferente del mantenimiento y la participación en una democracia. Jefferson habla de transparencia, Carnegie de acceso y Madison de educación. Las buenas bibliotecas abarcan las tres facetas. Empecemos por la transparencia.

Democracia y transparencia

En la cita anterior, Jefferson habla claramente de los periódicos y la prensa, no de las bibliotecas. Sin embargo, también enfatiza la necesidad de transparencia, que es un objetivo compartido por bibliotecarios y periodistas. Un gobierno operativo representativo del pueblo no es una cosa de «llegar y besar el santo ». No se logra simplemente votando y esperando a que lleguen las elecciones siguientes. Debe haber supervisión de las acciones de los funcionarios electos para evitar el abuso y para dar forma al discurso y a la política cívica. El Watergate no se resolvió mediante elecciones, sino a través de la aparición de documentos y la evidencia de acciones corruptas por parte del gobierno electo.

Las bibliotecas promueven el objetivo de la transparencia de diferentes maneras. Para empezar, trabajan desde dentro del gobierno para documentar, archivar y difundir la labor de las agencias. Por ejemplo, si quieres conocer todas las leyes aprobadas por el Congreso de Estados Unidos, puedes ir a la página web de la Biblioteca del Congreso y buscar en la base de datos THOMAS.(« Congress.gov » 2018). Si deseas acceder a una investigación financiada por los Institutos Nacionales de la Salud, haz clic en la Biblioteca Nacional de Medicina y busca en la base de datos PubMed.(« National Center for Biotechnology Information » 2018).

Las bibliotecas también promueven la transparencia fuera del gobierno federal. Cerca de 1.250 bibliotecas académicas y públicas de todo el país albergan documentos gubernamentales como parte del Programa de la Biblioteca Federal de Depósitos. Si una agencia gubernamental imprime un informe, folleto, formulario o reglamento, se deposita en estas bibliotecas, lo que garantiza el acceso público a estos materiales.

Más allá del nivel federal, cada estado tiene una biblioteca de leyes de acceso público que contiene legislación, regulaciones y decisiones judiciales de ese estado. Muchas bibliotecas locales almacenan las actas de los ayuntamientos y las asambleas legislativas de los condados. La idea es que los ciudadanos puedan observar el trabajo de sus gobiernos y participar en la toma de decisiones.

Hay desafíos enormes en el ámbito de la transparencia a los que las bibliotecas y los ciudadanos se enfrentan (como archivar documentos en sitios web en constante cambio, clasificación de documentos y otros), pero hablaremos de ellos más adelante.

Democracia y acceso

Carnegie habla del acceso igualitario al trabajo del estado en la cita anterior. Además, no solo habló de ello, hizo mucho más: se le considera una especie de santo patrón de las bibliotecas porque construyó más de 2.500 en todo el mundo (« Our History » 2018).

En los tiempos de Carnegie, acceso significaba acceso al registro impreso de los pensamientos: los libros. Hoy en día, las bibliotecas de todo tipo han extendido esta idea a muchos otros canales, como pone de manifiesto la provisión de ordenadores y de internet en las bibliotecas públicas o la política de la gratuidad de los carnés de biblioteca para todos las personas de la comunidad. En muchos otros países hay que pagar por el carné o por usar los ordenadores. Por ejemplo, en Ámsterdam, Países Bajos, un carné de biblioteca cuesta 20 euros por año o 35 euros si deseas pedir libros prestados. ¿Y si quieres reservar libros para pedirlos prestados? 55 euros. (« Abonos y tarifas » 2018).

La importancia del acceso también se puede ver en las bibliotecas académicas que permiten el acceso público en lugar de restringirlo al profesorado y los estudiantes de una universidad determinada. Asimismo, la importancia del acceso se ve en los millones de dólares que las bibliotecas estatales se gastan en licencias de bases de datos cuyo acceso se da a las comunidades urbanas, suburbanas y rurales por igual2.

Por supuesto, todo el acceso del mundo es inútil si no se sabe qué hacer con la información a la que se está accediendo. Este es el argumento de Madison.

Democracia y educación

Madison dijo: «Un pueblo que quiere gobernarse a sí mismo debe armarse con el poder que el conocimiento otorga». Lo que me encanta de esta cita es el uso del verbo «armarse». Simplemente tener acceso a la información generada por una democracia operativa no es suficiente. Poder consultar una ley en línea es inútil si no se sabe leer. Además, aunque alguien sepa leer, ¿podemos asumir que también sabe cómo usar un ordenador y conectarse a internet para empezar?

Una democracia operativa debe desarrollar activamente una población educada (o, en palabras de Madison, «armarla»). Este argumento es fundamental para la idea de la educación pública en este país. Sin embargo, el sector de la educación pública está luchando contra un currículo cada vez más codificado y una tasa de abandono de la escuela secundaria del 7% (12% en la comunidad latina y 7,8% para los canadienses).(«Fast Facts» 2018)). El sistema público de educación primaria y secundaria ni siquiera afecta a los «36 millones de adultos [de EE. UU.] que leen peor que un estudiante promedio de 3er grado (« Adult Literacy Facts » 2018) » o al «42% de los adultos canadienses entre 16 y 65 años con escasas competencias de lectura (« Building on our Competencies: Canadian Results of the International Adult Literacy and Skills Survey » 2003) ».

Las bibliotecas públicas, las bibliotecas escolares y las bibliotecas académicas forman parte de la educación de la ciudadanía para la participación democrática. Esta concepción es una expansión del argumento de la red de protección, pero más que una red de protección para la participación económica o el bienestar, es una red de protección relativa a cómo nos gobernamos a nosotros mismos.

Democracia y expectativas más altas

La democracia no es una cosa sencilla, ni limpia y ordenada. En nuestra vida cotidiana, pocos de nosotros sacamos tiempo de nuestros desplazamientos, correos electrónicos y luchas diarias para pensar dónde encajamos en el esquema democrático de las cosas. Es más, en tu biblioteca puedes acceder a libros y ordenadores, pero ¿dónde está la democracia? ¿Hay un esfuerzo activo de tu biblioteca para prepararte para ser un ciudadano activo?

Permitidme ser claro: no se trata de ser político e ideológico. No se trata de preguntarse si tu biblioteca está alineada con un partido o un candidato, sino de preguntarse qué impacto ha tenido la biblioteca en el gobierno de tu comunidad (ya sea una ciudad, una universidad, una escuela o una corporación). ¿Sabías que la mitad del presupuesto de la Biblioteca del Congreso se destina a algo llamado el Servicio de Investigación del Congreso? El Servicio de Investigación del Congreso (CRS, por sus siglas en inglés, « Congressional Research Service » (2018):

[…] trabaja exclusivamente para el Congreso de los Estados Unidos, proporcionando análisis político y legal a los comités y los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado, independientemente del partido al que pertenezcan. Como agencia de la rama legislativa dentro de la Biblioteca del Congreso, el CRS ha sido un recurso valioso y respetado en el Capitolio durante casi un siglo.

¿Tiene tu biblioteca un servicio similar para informar a los políticos locales, al canciller, al presidente, al director ejecutivo o al director de la escuela? ¿Tener una buena biblioteca escolar no debería implicar que la escuela tenga un director bien informado? Hay una parte de aumentar las expectativas con respecto a nuestras bibliotecas que consiste en superar las conexiones pobres y retóricas entre la democracia, la comunidad informada y las bibliotecas. Si no, nos arriesgamos a que uno de los argumentos más importantes para justificar la existencia de las bibliotecas suene vacío.

Símbolo de las aspiraciones comunitarias

Las bibliotecas siempre han girado en torno a las ideas, las aspiraciones y los sueños del individuo. Los bibliotecarios tienen historias increíbles que contar sobre personas a las que han ayudado. Desde salvar a una mujer de una relación abusiva o sacar a un hombre sin hogar de la pobreza, pasando por salvar la vida de un paciente con cáncer a inspirar asombro en un niño, las bibliotecas tienen un impacto sobre las vidas de las personas.

Sinceramente, me gustaría que los bibliotecarios hablasen más de las esperanzas y las aspiraciones de las comunidades. Las comunidades tienen sueños. Por ejemplo, anhelan ser instituciones académicas o centros económicos relevantes a nivel mundial o desean vivir cómodamente o ser líderes de mercado. Por descontado, estos sueños no están tan bien definidos como los de los miembros individuales de la comunidad, pero representan un tipo de deseo holístico que establece políticas, asigna recursos y modifica los mensajes que se dirigen al mundo exterior.

Así pues, las bibliotecas se han convertido en instituciones aspiracionales. Al nivel más básico, el edificio en sí mismo se erige como un símbolo y representa el deseo de la comunidad de asociarse con el conocimiento. San Francisco, Seattle, Salt Lake City y Vancouver utilizaron nuevos edificios de bibliotecas para revitalizar sus centros urbanos. La arquitectura inspiradora de las bibliotecas las ha convertido en las nuevas catedrales, en una forma concreta de representación de la importancia de las comunidades.

El poder de la arquitectura y, concretamente, las declaraciones que buscamos hacer con los edificios de bibliotecas, no se pueden negar. Las bibliotecas universitarias a menudo llevan nombres de donantes y los arquitectos se enorgullecen de las bibliotecas académicas, a veces celebrando más el edificio que la función de la biblioteca en sí.

Sin embargo, cuando se trata de ampliar expectativas, debemos considerar el poder de un edificio en comparación con el poder de los servicios alojados dentro (y, cada vez más, fuera). Barbara Quint, periodista de la revista Information Today’s Searcher, dijo una vez que una biblioteca cerrada es como un arrecife de coral sin peces: es hermoso y sereno, pero carece de vida. Es un remanente que únicamente nos recuerda un momento en el tiempo.

Análogamente, si desaparecen los bibliotecarios y el personal y permanecen los libros, los ordenadores y la arquitectura, quedará la escultura de una biblioteca que se convertirá en una instantánea del pasado de la comunidad. En cambio, si se eliminase los libros y los edificios pero permaneciese un un grupo de profesionales bibliotecarios entregados a su trabajo, se podría invitar a la gente, y ellos mismos construirían un nuevo futuro.

Ahora más que nunca, el futuro de cualquier comunidad no está en las riquezas que extraemos del suelo, sino en las decisiones y los talentos de sus miembros, que no son consumidores pasivos de bibliotecas o contenidos, ni son el público de la democracia, sino la razón por la que todos estamos aquí. Ellos merecen una nueva biblioteconomía, una nueva biblioteca que posibilite un cambio radical y positivo. Las razones que acabo de mencionar justifican por qué deben existir las bibliotecas en general. A decir verdad, escucharás cómo recurren a estos argumentos tanto las bibliotecas buenas como las malas. La pregunta importante es cómo estos temas y justificaciones se convierten en realidad en tu comunidad y cómo deben transformarse para que las bibliotecas sigan siendo relevantes en el futuro.

Referencias

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  1. (« Freegal Music » 2018). Consultar Librarian in Black para leer sobre este servicio : (Houghton 2011).

  2. Un ejemplo es NOVELTY, de la Biblioteca Estatal de Nueva York